Hay teóricos que se han ocupado y preocupado de clasificar los tipos de maestros. Si bien nuestros alumnos seguro que tienen su propia clasificación, nosotros hemos decidido fijarnos en la que hizo la pedagoga, periodista y escritora brasileña Alaíde Lisboa de Oliveira el año 1935. Seguro que la encontráis plenamente actual.
El/La brillante. Es como una estrella invitada. Está más preocupado/a de lucirse que del progreso de sus alumnos y alumnas.
El/La escrupuloso/a. Lo limita su visión minuciosa de las cosas. Mira con lupa los reglamentos y la letra pequeña de todo.
El/La profesional básico/a. Su objetivo es económico. Llega, hace clase y se va. No le pidáis nada más.
El/La eufórico/a. Si fuera por él/ella, todos los alumnos/as tendrían matrícula de honor. Desde su prisma, todos progresan favorablemente.
El/La apático/a. No está a gusto con nada. Quizá por esto siempre llega por los pelos a la hora de hacer las evaluaciones.
El/La depresivo/a. Parece que tenga una lupa, pero solo para ver las cosas en negativo. Le cuesta encontrar aquello que hay de bueno en sus alumnos.
El/La poeta. Vive a bordo de la fantasía, así que le resulta difícil tocar con los pies en el suelo en el sistema donde está puesto y en la realidad de sus alumnos/as.
El/La desconfiado/a. No son necesarias muchas explicaciones. En todas las manifestaciones de sus alumnos/as y compañeros/as encuentra cualquier tipo de ataque o alusión personal.
El/La absorbente. Todos hemos tenido alguno/a. Los maestros/as absorbentes envuelven a sus alumnos, los sorprenden y los conducen en el aprendizaje a través de la fascinación.
El/La sugestivo/a. ¿Quién no querría serlo? Es un maestro ideal, capaz de transmitir sus ideales y de emocionarse cuando los alumnos se superan y lo hacen bien. No tiene miedo a que le hagan sombra: es quién hace más fácil el camino, con franqueza y honestidad.
El/La teórico/a. Puede ser frío en sus relaciones con sus alumnos/as, pero vive para la cultura y la ciencia y lo sabe transmitir.
El/La práctico/a. Su objetivo es llegar a los resultados marcados con el mínimo esfuerzo sin importar quién sigue el método.
El/La esteta. Tiene una concepción casi ideal del trabajo del docente. La formación de los alumnos/as es arte puro y sabe infundir ánimos, entendiendo la personalidad de sus alumnos/as.
El/La social. Es capaz de convertir el grupo de alumnos en una familia y lo hace gracias a su carácter comprensivo y paciente. Tiene mucha vocación y es, por encima de todo, muy positivo.
El/La autoritario/a. Aplica una disciplina severa y lo cierto es que su más grande preocupación es la de imponerse. Más que de educar.
El/La religioso/a. Educa con cuidado y seriamente, con la voluntad de formar las almas de sus alumnos/as. La bondad y el bien son su motor.