¡Hemos vencido!
Tras pronunciar estas palabras, Fidipides murió exhausto después de recorrer la distancia que separa la ciudad de Maratón con la ciudad de Atenas.
Habían conseguido ganar a los persas y eso que nadie confiaba que podrían hacerlo. Gracias a su gesta, consiguió evitar que sus propios conciudadanos, los atenienses, no quemaran la ciudad y mataran a las mujeres y los niños de una manera “digna” antes de que lo hicieran los persas, una costumbre que tenían estos últimos cuando conquistaban nuevos territorios.
Pero, ¿queréis saber algo más? ¿Alguien sabe cuál era la distancia que recorrió Fidipides antes de pronunciar sus últimas palabras?
Efectivamente, 42 km, justo la distancia que hoy en día se recorre en los maratones actuales, por lo que algunos le consideran el primer corredor de la historia, ahora cerca de los 2.500 años.
A pesar de que no sabremos nunca si este hecho fue real o no, lo que sí que tengo claro es que jamás olvidaré este relato explicado por mi profesor de historia de secundaria. Ni este ni ningún otro relato que nos contaba para transmitirnos su pasión por la historia y que hoy en día todavía persiste en mí como en el resto de compañeros y compañeras de clase. Era capaz de transportarnos en el tiempo, de hacernos empatizar con sus personajes y, sobre todo, aprendíamos. Al fin y al cabo, este era su principal objetivo.
Mucho antes de que se popularizara el término Storytelling, mi profesor ya lo aplicaba en sus clases. Era capaz de generarnos expectación de cara a las siguientes sesiones, interrumpiendo el relato y diciéndonos que nos explicaría el final de la historia al día siguiente, o que tendríamos que esperar a que llegase un día de lluvia (y todos lo deseábamos) para que nos explicase la importancia que tuvieron los meteorólogos británicos para acertar el día del desembarco de Normandía (y hacernos conscientes de la importancia que tuvo para el desenlace de la Segunda Guerra Mundial aquel desembarco).
Tecnicismos para las sobremesas
Es posible que mi profesor no supiera que lo que hacía en sus clases era aplicar diferentes técnicas del Storytelling, como ahora la técnica del cliffhanger o interrumpción de la narrativa (cuando decía que nos explicará el final de la historia en la siguiente clase), la técnica del last minute rescue o rescate de última hora (cuando Fidipides llegó justo a tiempo para evitar que su ciudad ardiera en llamas) o simplemente aplicaba un plot twist o giro de guion (cuando contaba que estaban a punto de perder la guerra, pero que, en último momento y gracias a las predicciones del meteorólogo James Martin Stagg, consiguieron desembarca en el momento preciso).
Aun así, lo que tengo claro es que sabía a la perfección qué tenía que hacer para que nosotros aprendiéramos y no era otra cosa que enseñar de manera afectiva y efectiva. Afectiva porque era capaz de empatizar con nosotros y hacer que nosotros empatizásemos con los personajes de su relato. Y efectiva porque siempre conseguía de una manera u otra hacernos llegar su mensaje y cumplir así con el objetivo que se había planteado.
En palabras del Dr. Mora Teruel:
Sin emoción no puede haber aprendizaje
Efectivamente, sus relatos nos emocionaban, nos motivaban para saber más. Este era el paso más importante para poder aprender.