Antes cuando hablábamos de bullying o acoso virtual no lo llamábamos así. Decíamos que eran cosas de niños, pero sabíamos muy poco sobre el tema. Ahora podemos decir que el acoso escolar y el acoso virtual son formas de violencia que se ejercen sobre personas menores de edad y que tienen consecuencias sobre su vida presente y adulta y que, a veces, puede llevarnos a desenlaces irreparables. El suicidio es la principal causa de muerte no natural entre jóvenes de 15 a 29 años y estos se han incrementado con la explosión de la pandemia por la COVID-19. Este indicador, a menudo demasiado opaco, nos hace pensar en cómo es de importante la salud mental de las personas, especialmente la de aquellos que se encuentran en plena etapa de crecimiento y en el tránsito de una época complicada: la adolescencia.
El acoso virtual es otra manera de practicar la violencia contra las personas, pero a través de medios digitales, como pueden ser servicios de mensajería instantánea, como WhatsApp, redes sociales o páginas web.
Como docentes nos encontramos en una situación privilegiada por lo que respecta a la detección de este tipo de violencias. Pasamos mucho tiempo con los chicos y chicas, hablamos con ellos y observamos, aunque sea desde fuera, su evolución como personas y estudiantes. ¿Podemos hacer algo para detectar y tratar el acoso virtual desde el aula? Lo cierto es que sí. También tenemos la oportunidad de reforzarlo y conducir las diferentes problemáticas con el apoyo del centro, especialmente si ya se han puesto en marcha acciones y políticas para prevenir y frenar el acoso virtual.
Propiciar la creación de espacios para las relaciones positivas y cooperativas
El recreo es uno de los espacios en los que se pueden producir con más frecuencia situaciones de violencia que escapan al control de los docentes. Por todo esto, es importante que hagamos el esfuerzo de construir espacios positivos de juego, conversación y recreo, ya desde la primera infancia. Promover los juegos cooperativos y ofrecer a los niños y niñas los mecanismos de vigilancia adecuados para que todas las personas se sientan seguras y no vean vulnerados sus derechos.
Y como hablamos de acoso virtual, es imprescindible que hablemos frecuentemente y con claridad de conceptos como la privacidad (de las conversaciones, de las fotografías) para que estos espacios también sean seguros.
Conocer los protocolos de actuación frente a situaciones de violencia
La cooperación y el apoyo del centro son imprescindibles siempre, pero en este sentido todavía más. Desde la dirección hay que transmitir con eficacia y transparencia cuáles son los mecanismos de protección frente a situaciones de violencia, dentro y fuera del ámbito educativo. Las consejerías de educación de las diferentes comunidades autónomas cuentan con protocolos y herramientas de intervención para primaria, secundaria, docentes y familias.
Promover las relaciones basadas en el respeto y alejadas de los prejuicios
El acoso virtual se materializa a través de los medios digitales, porque estos funcionan como herramienta, pero las conductas nacen de las personas en la vida real. Por tanto, promover relaciones basadas en el respeto y alejadas de los prejuicios es fundamental para que los agresores no tengan la tentación de acosar, ya sea en el patio de la escuela o a través de las redes sociales o WhatsApp.
Observar con cuidado y atención la evolución de nuestros alumnos
Una de las primeras señales que podemos notar cuando un alumno o alumna sufre acoso por parte de otra persona, de dentro o de fuera del centro, es la caída en picado de su rendimiento. También el desánimo, la tristeza o el miedo. Estar alerta ante cualquier cambio repentino puede ser clave para detectar cualquier forma de acoso a tiempo.
Organizar actividades de sensibilización
Aquí sería interesante encontrar personas que nos puedan ayudar a entender cómo se gesta y materializa el acoso virtual y cuáles son los métodos más utilizados por parte de los acosadores. Ver un cortometraje, leer un cómic u organizar un encuentro con alguna persona que haya sufrido acoso nos servirá para despertar la necesidad de levantar el dedo y contarlo o denunciarlo.
Fomentar la comunicación sincera y sin embudos
Poner en marcha todas estas actividades y actitudes nos ayudará a conseguir lo que queremos: comunicarnos. Que los chicos y chicas se sientan libres y apoyados para contar lo que les pasa, cómo se siente y liberarse del sufrimiento al que están sometidos, defender sus derechos como individuos y saber que, de verdad, la denuncia les servirá para superar esta experiencia y evitar que otras personas pasen por lo mismo.