¿Y por qué fue tan importante este hecho? Porque desde entonces, la infancia fue considerada un sujeto de pleno derecho, en lugar de un objeto de protección. Lamentablemente, la Convención sobre los Derechos del Niño es insuficiente, por el solo hecho que en muchos países los derechos del niño no están garantizados. Entonces hay que aportar nuestro grano de arena y trabajar para concienciar a nuestros niños y adultos sobre la importancia de luchas por la consideración real de los derechos de todos los niños y niñas del mundo.
Hoy, además, nos hemos propuesto ofreceros algunas claves que como padres, abuelos o docentes podemos poner en práctica para disfrutar de una infancia feliz con los niños y niñas.
- Amor incondicional. Demuéstraselo. Tantas veces como sea necesario. Las palabras son importantes, pero también lo son las caricias, los abrazos, las sonrisas, las cosquillas, las miradas, los juegos compartidos…
- Dedícale tiempo. Estamos atareados, tenemos mucho trabajo y mil tareas por hacer, sí. Pero hay que dedicar tiempo a los niños procurar que tengan tiempo libre y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. ¿Quizás un paseo por la naturaleza? ¿Quizás contemplar estrellas?
- Estimula su aprendizaje. Anímale a aprender, a leer y hazlo tú también. Los niños y niñas se reflejan en los adultos, que son sus referentes. Escucha sus gustos, observa sus habilidades… ¡fomenta sus pasiones!
- Ayúdale a crear y cuidar las relaciones. Con los padres, claro, pero también con sus hermanos, abuelos, tíos, amigos… Tiene que aprender a compartir, a ser empáticos y a convivir con las personas que le acompañarán toda la vida.
- Cuida su salud. Cuida su salud física y psíquica, fomentando los buenos hábitos, un sueño y una alimentación saludables. Son indispensables para crecer sanos ahora y para contar con una buena salud en el futuro.
- Escuchad las emociones. Aprender a reconocer y gestionar las emociones es importante, tanto para los adultos como para los niños y niñas. Pero hay que escucharnos, escucharlo y ayudarlo a comprender qué pasa en su cabeza y en su corazón cuando se siente triste, cuando se enfada, cuando está contento o cuando tiene miedo.
- Déjalo ser un niño/a. Dale tiempo y espacio para ser un niño/a. No le hagas partícipe de los problemas de los adultos, pero aprende a encontrar el equilibrio, para no esconderle las cosas importantes que suceden en casa, en su entorno o en el mundo.