“Deberíamos poder mantener intacta la confianza en nuestra capacidad para aprender”
Si hablamos de Malena Martín tenemos que hablar de pasión por la docencia. Aunque es una verdadera crack en matemáticas, es fácil notar en ella que lo que de verdad la motivó para emprender la aventura de Aprendiendo Matemáticas fueron sus ganas de enseñar a los demás.
Aprendiendo Matemáticas es un proyecto basado en las matemáticas manipulativas que ayuda a docentes y familias a aprender a enseñar matemáticas a sus hijos/as y alumnos/as. Desde el año 2011, Malena ha formado a miles de personas en el arte de las matemáticas creativas, fáciles y divertidas para conseguir que los niños/as dejen de verlas aburridas.
¿Qué es Aprendiendo Matemáticas? ¿Cómo surgió el proyecto?
Aprendiendo Matemáticas surgió en una época en la que estaba educando en casa a mis hijos y me apetecía compartir lo que estaba haciendo. Tenía una idea vaga de hacer algo online, porque al estar educando en casa, necesitaba algo que fuera compatible con estar con ellos. Inicialmente pensé en una especie de academia para alumnos de secundaria, pero en paralelo tenía un blog donde empecé a compartir ideas y juegos que iba haciendo con mis hijos. Enseguida empezaron a llegar docentes y familias para pedirme formaciones, también en escuelas. En realidad fue mucho por esa demanda. Así que, aunque primero pensé en los estudiantes, al final acabé haciendo formación para docentes y familias.
¿Por qué creemos que las matemáticas son difíciles?
Hay que reconocer que las matemáticas son difíciles, como también lo es subir a una montaña. Sin embargo, lo bonito es, por un lado, ir a tu ritmo: no hay nada peor que estar subiendo la montaña, que los demás tiren millas y tú no poder. También es aburrido ir demasiado lento y tener que esperar a los demás.
Luego también es necesario elegir un itinerario que resulte un poco difícil y estimulante, pero tampoco demasiado. Con las matemáticas pasan esas dos cosas: por un lado, no es fácil conseguir que cada niño pueda ir a su ritmo, sobre todo con el currículum, pero si nosotros pudiéramos permitir que cada niño/a fuera a su ritmo y ajustar la dificultad de las tareas al momento de cada uno de ellos, yo no creo que así resultaran tan difíciles.
El problema es que, muchas veces, la montaña es igual de empinada e intentamos subir todos a la misma velocidad. Seguramente por eso se nos atragantan las matemáticas.
¿Por qué decimos que nos cuestan o nos aburren?
Lo cierto es que nos vamos a las matemáticas formales enseguida: a la escritura, a los pasos, a la corrección. Lo más importante es que los niños aprendan los conceptos, que investiguen, generen hipótesis, las comprueben y sean capaces de generar automatismos a través del juego.
Tener el recuerdo de haber sufrido con las matemáticas perjudica mucho más que si hubiéramos hecho la mitad de los contenidos. Tener intacta tu confianza en la capacidad de aprender y conseguir que una materia no nos produzca rechazo es clave. Más adelante, cuando podamos, ya avanzaremos más.
Lo peor que nos puede pasar es que nuestros alumnos o hijos rechacen una materia. ¿Cómo es posible rechazar la historia? ¿Y las matemáticas, que son un juego?
Pensamos que si nosotros no fuimos buenos en matemáticas, nuestros hijos tampoco lo serán. ¿Cuánto hay de leyenda urbana en esto?
En primer lugar habría que ver por qué ‘fuimos malos en matemáticas’. Puede ser que hayamos tenido una mala didáctica de las matemáticas, que el estilo de enseñanza no se haya acoplado con nosotros… Los últimos estudios apuntan a que el ser humano tiene un potencial que puede ir cambiando a lo largo de su vida. Incluso eso se puede modificar. Puede que inicialmente no tengamos talento en una materia en concreto, pero que gracias a la práctica y la estimulación podamos ampliarlo.
¿Qué debemos hacer o decir para que nuestros hijos/a o alumnos/as se sientan inspirados y capaces con las matemáticas?
Si nosotros decimos que las matemáticas son difíciles, si estamos justificando la dificultad, será más fácil que nuestros hijos no hagan ese esfuerzo por aprender. Porque las matemáticas tienen un grado de dificultad: hay que pensar, hay que razonar. Y eso no es gratis. Para tener ganas de pensar tiene que haber un reto, un juego… porque sino la tendencia es, bueno, pues mejor no pienso. Los padres, por un lado, no deberían estigmatizar las matemáticas como asignatura y tampoco deberían presionar a sus hijos para sacar buenas notas o ser brillantes.
Antes de ser profesora y una crack en matemáticas, fuiste alumna. ¿Cómo fue tu experiencia con las matemáticas en tus etapas escolares? ¿Las disfrutaste desde el principio o hubo algo que te hizo hacer clic?
Durante toda la primaria me gustaban, pero me gustaba hacer operaciones… y lo típico que no le gusta a nadie. Iba bien en el cole y ya está. En el instituto se me empezaron a atragantar y no fue hasta que mis amigos me empezaron a pedir clases de matemáticas, que empecé a ponerme las pilas. No puedo decir que haya sufrido con las matemáticas, siempre me ha parecido que si me ponía, podía hacerlo y disfrutaba con ello.
Pero cuando yo hice COU, con diecisiete años, pasó algo: tuve una profesora nefasta. Era súper pasota, pero eso me motivó. En mi clase todo el mundo se quejaba. Sin embargo, a mí me encajó esa manera de dejarme a mí aire. Creo que esa experiencia puso en mí la semillita y la creencia de que el aprendizaje debería ser mucho menos paternalista de lo que es.
Podríamos decir que tu proyecto se basa en los materiales manipulativos, ¿por qué es tan importante emplearlos para enseñar?
El aprendizaje se tiene que dar a partir de la experiencia. En el día a día hay un montón de experiencias que permiten que los niños aprendan matemáticas. Los materiales manipulativos son una especie de laboratorio de matemáticas. Estos se han preparado expresamente para que se entiendan y visualicen ciertos conceptos matemáticos. Por eso tienen tanto potencial: porque partiendo de los materiales podemos plantear retos y desafíos para que los niños por sí mismos descubran propiedades, operaciones…
¿En qué momento dejamos de basar nuestra pedagogía en la manipulación y el juego? ¿Lo perdimos o es que nunca lo hicimos bien?
Hay muchos materiales que no son nuevos, en absoluto: se crearon en los años 60 o 70. En los últimos años, ha habido una recuperación de la historia de la didáctica de las matemáticas, pero es cierto que aquí en España hubo una época en la que los materiales manipulativos desaparecieron un poco de las aulas, aunque nunca al cien por cien.
Ahora tengo la sensación de que la presencia de materiales se está generalizando: llegan a las escuelas, aunque algunos docentes no se sienten cómodos o están inseguros. Esto es así porque la didáctica de las matemáticas no es sencilla: lo que estamos haciendo es crear estructuras y, ciertamente, se trata de un proceso complejo. Una cosa es tener los materiales y la otra es saber cómo utilizarlos para que los niños aprendan.
Hay tantos materiales manipulativos que pueden resultarnos útiles… No obstante, a veces podemos llegar a sentirnos abrumados. ¿Cuáles serían para ti los tres materiales básicos más útiles y versátiles para trabajar con los alumnos/as?
- Las regletas son una buenísima elección, para empezar, porque podemos utilizarlas desde los 5 hasta los 15 años y pueden abarcar la mayoría de los contenidos que se refieren a números. E incluso un poco de geometría.
- Los policubos pueden hacer una función similar a las regletas, pero también abarcan otros temas de geometría, porque son construcciones en tres dimensiones. Los pueden utilizar desde niños pequeños hasta adolescentes, de cualquier edad.
- El tercer material básico que recomendaría son los bloques geométricos, porque con ellos podemos trabajar las fracciones y muchos conceptos de geometría (áreas, perímetros, ángulos, simetrías…). Me parecen un complemento ideal.
Con estos tres materiales se pueden presentar muchos desafíos y al final estaremos trabajando la resolución de problemas, que es el hilo transversal que siempre deberían tener las matemáticas.
En tus clases y conferencias hablas muchísimo del factor ‘juego’ y hay infinidad de propuestas geniales que seguro que pueden ayudarnos tanto en el aula como en casa. ¿Qué tres títulos que te hayan gustado últimamente podrías recomendarnos?
Para la etapa de Educación Infantil, elegiría Little Cooperation. Me gusta el hecho de que sea cooperativo, porque cuando los niños son pequeños, a algunos les cuesta entender lo de la competición y pueden llegar a sentirse frustrados. Este trabaja muy bien la lógica y el razonamiento y en esta etapa deberíamos apostar por ello.
Para los niños/a de Educación Primaria, recomendaría Splitissimo. A través de este juego de cartas trabajamos las fracciones con pizzas. Es una propuesta perfecta para niños a partir de 3º de Primaria.
Para los alumnos/as de Educación Secundaria apostaría por Batalla de genios, un juego a través del que se trabajan las coordenadas. Aparentemente hay pocas matemáticas, pero muchísima visualización en el plano.