Día de internet

Enticada2.0

El otro día, yendo al coche con mi padre, escuchábamos una canción que le recordaba a sus años de juventud. La cantaba con euforia, pero, después de darle muchas vueltas, no pudo recordar el nombre del cantante. En un acto instintivo, como tantas otras veces, saqué mi móvil y puse al buscador un trozo de la letra. En décimas de segundo, me salió el nombre del autor: Joan Manel Serrat.

Mi padre me miró con cara de incertidumbre y me dijo que como lo podía haber encontrado yo antes en Internet que él, tratándose de uno de sus cantantes favoritos.
En aquel preciso momento me di cuenta como había cambiado nuestra sociedad en solo una generación gracias a Internet.

Muchos de vosotros, sobre todo los que lleváis más años en el mundo educativo, habréis vivido en primera persona los grandes cambios que ha sufrido la educación y la escuela desde que se empezó a utilizar Internet. Antes, para encontrar información sobre el antiguo Egipto, tenías que pasarte horas mirando y remirando libros y enciclopedias en la biblioteca. Hay quién, en el mejor de los casos, tenía una en casa que sus padres, que con mucho de esfuerzo, habían comprado a plazos. Por las tardes se solía invitar a los amigos a casa para hacer los trabajos de la escuela y se aprovechaba para merendar juntos.

En cambio ahora, si pedimos a nuestros alumnos que hagan un trabajo en grupo sobre el antiguo Egipto, quedarán a las 18 h de la tarde por el «Meet», abrirán un «Drive» y se repartirán el trabajo (esto si todo va bien y no parten peras antes). Cada cual copiará y enganchará un párrafo entero de la Wikipedia y nos entregaran un texto sin filtros: copiar, pegar e imprimir. Y es aquí dónde, como maestros, tenemos que incidir.

Ser competente digital no significa ser el primero en encontrar en qué año murió Napoleón en Internet. Ser competente digital no significa saber copiar y pegar textos en la Wikipedia a diestro y siniestro. Ser competente digital no es ser capaz de jugar al Fortnite y quedar primero. Ser competente digital es mucho más que todo esto y, en este sentido, la escuela juega un papel muy importante. Internet ha llegado para quedarse y tenemos dos opciones: o mirar hacia otro lado y hacer como que todo esto no existe, o educar a nuestros alumnos para que sean personas competentes, críticas y sobre todo, responsables.

Como bien sabréis Internet tiene muchas ventajas. En primer lugar, y una de las cosas más importantes, permite una comunicación prácticamente inmediata. ¿Cuántas veces habéis escrito una nota en la agenda, esperando el carné de vacunas o la autorización para la salida de la semana próxima y no habéis obtenido respuesta? Supongo que lo viviréis cada día, si no es por una cosa, será por otra. Una buena comunicación con las familias resulta indispensable para ayudar, cubrir y entender las necesidades que tienen los niños y, en este sentido, Internet nos puede hacer la vida más fácil.

Por otro lado, me gustaría poneros algunos ejemplos en que las TIC pueden dar un valor añadido a nuestra práctica docente: Para presentar la información de diferentes maneras porque todos nuestros alumnos puedan aprender independientemente de qué sean sus capacidades; para apoyar a los procesos de busca de información y ayudar al alumnado a disociar la información útil de la cual no es; para crear entornos personales de aprendizaje (entendidos como las herramientas, aplicaciones o webs que una persona utiliza para gestionar su propio aprendizaje) que ayuden a nuestros alumnos a organizar su estudio; para crear espacios de autoreflexión, como pueden ser los portafolios digitales; y, por último, para dar un feedback contingente y continuado.

Pero aprender a ser competente digitalmente no se aprende de la noche a la mañana y mucho menos si no somos “nativos digitales”, es decir, si no hemos nacido con una Playstation 5 debajo el brazo. Requiere mucho esfuerzo y de muchas horas de trabajo; de cambios estructurales y de funcionamiento; de un gran cambio de mentalidad. Los efectos de las TIC no dependen, únicamente, de los recursos de los cuales disponemos en las escuelas, sino también de las tareas que nosotros como maestras proponemos a nuestros alumnos. Por lo tanto, es el docente el que tiene que crear una práctica educativa potente y poseer un conocimiento tecnológico pedagógico, es decir, del contenido a tratar, de las herramientas que se utilizan y de la metodología que utiliza para realizar su práctica.

Finalmente, os querría plantear unas preguntas que espero que os hagan reflexionar: ¿Utilizáis las TIC en vuestra escuela y, más específicamente, en vuestra aula? Si es así, ¿el uso que hacéis de ellas facilita el aprendizaje de vuestros alumnos? ¿Mejoran la calidad de vuestras actividades o solo las insertáis porque se han comprado tablets en el centro y las tenemos que utilizar? En definitiva, ¿los recursos TIC que utilizáis añaden un valor real a vuestras sesiones?

“Tenemos que preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado”.
Ian Jukes

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