La educación emocional en el aula es importante porque ofrece a los niños y niñas la posibilidad de desarrollar sus competencias emocionales, parte inseparable de su crecimiento personal.
Reconocer las emociones y saber gestionarlas es, de hecho, un aprendizaje para toda la vida, que denota el grado de madurez de un individuo y que permite, tanto a los niños/as como a los adultos, mejorar su bienestar personal y social.
Pero, ¿sabes cuáles son las dimensiones de la educación emocional?
El autoconocimiento
Es la capacidad de conocer y reconocer nuestro estado interno en el momento en que se produce y relacionarlo con la circunstancia o estímulo que lo provoca. Hay que hacer una autoevaluación y determinar cuál es el valor, demostrando confianza en nosotros mismos y nuestras dificultades.
La autoregulación
Es una habilidad clave. La autoregulación nos permite controlar el tiempo en que nos encontramos bajo el dominio de nuestras emociones. Para conseguirla hay que ser honestos, aceptar la responsabilidad de llevar a cabo la tarea y ser capaces de adaptarnos y ser flexibles en la gestión.
La motivación
Sin esta no seríamos capaces de alcanzar objetivos importantes. Además, es una aliada muy indispensable a la hora de neutralizar los pensamientos negativos y de entrenar la tolerancia a la frustración.
La empatía
Además de reconocer los estados emocionales propios y gestionarlos, la empatía nos sirve para captar los de los demás, comprenderlos y ofrecer las respuestas emocionales más adecuadas.