Conceptos básicos
Cada vez, somos más conscientes de la importancia del desarrollo integral. Un desarrollo, que pasa por atender todas las dimensiones del ser humano y que podemos resumir en tres: razón, emoción y acción. Desde pequeños, nos enseñan a ser académicamente eficientes y a pesar de los intentos (al transmitirnos la importancia de los valores, cuidados físicos, etc.), no nos enseñan a ser felices; a cuidar nuestra mente y nuestros pensamientos, a consolarnos, animarnos a seguir, perdonarnos, valorar y cuidar lo que sí somos y tenemos, etc.
Esto se debe a que se prioriza la formación laboral sobre la personal porque, quizás no se tuvo en cuenta que si no vamos a disfrutar ese trabajo, si no vamos a ser capaces de “surfear” las crisis, gestionar nuestros desbordamientos emocionales, e incluso, si no tenemos las herramientas y el espacio para conocernos y saber qué nos hace felices, qué nos llena, a qué queremos realmente dedicarnos y quienes queremos ser, ¿de qué nos sirve estar tan académicamente preparados?
Estar cualificados no basta.
¿Para qué ser astronautas o ingenieros astrofísicos, si no vamos a saber cómo lidiar con la añoranza al estar lejos? ¿Cómo afrontar los retos o superar los obstáculos que nos vayamos encontrando en el camino? ¿Cómo volver al equilibrio cuando lo perdamos o cuáles son nuestros valores? aquellos que nos permitirán mantenernos motivados durante todo el tiempo que trabajemos, para que podamos apoyarnos en ellos, cuando necesitemos recordar lo que nos hizo empezar ese camino y además vivir y actuar en coherencia.
Tanto nuestra sociedad como nuestro sistema educativo piden un cambio a gritos. Pero pasar a una educación más consciente, amable y respetuosa, requiere de una parada individual en nuestro piloto automático y una apertura ante nuevas formas de ser y hacer como grupo, que por lo general, al requerir de tiempo y esfuerzo, nos incomodan.
Si ya es difícil ser humanos, en una era de quehaceres, prisas, frustraciones; a los docentes la situación se nos complica. Teniendo la profesión más bonita del mundo, carecemos de herramientas suficientes para soltar nuestras mochilas personales en la puerta de nuestra clase.
Sumado a la aceleración y la burocracia, son muchos los estudios que demuestran que la docencia es una de las profesiones con más alto porcentaje de desgaste profesional.
Muchos compañeros y compañeras acaban transitando literalmente “achicharrados”, en un camino que empezó siendo pura vocación y emoción. Y no porque no sean buenos docentes, sino porque no tuvieron suficientes herramientas para evitar ese desgaste. No obstante y afortunadamente, nos adentramos cada vez más en un proceso de transformación, en el que de manera general, toda la sociedad y comunidad educativa, en particular, se da cuenta de que es igualmente importante cuidar el cuerpo, la mente y el corazón.
En nuestro caso, no únicamente disfrutar más y mejor de nuestra vida y evitar desgastarnos profesionalmente, sino también para poder ofrecer esas herramientas preventivas a los que serán los adultos del mañana; la futura generación.
Este cambio empieza en uno mismo, puesto que no podemos hacer de guías en lugares en los que nunca hemos estado. En un proceso de búsqueda constante de estrategias para mantener el equilibrio, la salud integral y desarrollar nuestra Inteligencia Emocional, para afrontar la vida con más consciencia, desde una postura más calmada, discernida y con mayor perspectiva para actuar.
Se ha demostrado y así lo transmiten diversos estudios de Neurociencia en la actualidad, que uno de nuestros mayores aliados, en la vuelta al equilibrio o la calma, y como estrategia de prevención y entrenamiento en inteligencia emocional y salida del piloto automático, bucles mentales o respuestas de estrés prolongadas, es el Mindfulness.
Una práctica meditativa frente a la que en ocasiones nos mostramos escépticos, bien por mitos, por desconocimiento, o bien porque nos produce confusión el término. Mindfulness es un término traducido del inglés, que a su vez proviene del Sánscrito y del Pali-Sati.
Definimos el Mindfulness
Además, al tener distintas acepciones o definiciones, dicha confusión, puede aumentar, pero en cualquier caso no podemos desvincularlo de la meditación.
- Por un lado, es el corazón de cualquier práctica meditativa, ya que para darte cuenta de cómo estás o familiarizarte con lo que elijas, necesitas poner atención plena al momento presente.
- Por otra parte, teniendo en cuenta los distintos tipos de meditación existentes, sus orígenes y el “rechazo” que desafortunadamente en Occidente provocaba el término meditación, surge un tipo de meditación occidental llamado Meditación Mindfulness de la mano de Jon Kabat-Zinn entre otros, que aunque deja a un lado el contexto, ideología e historia que hay detrás de la meditación Vipassana, no deja de tener origen en ella.
Finalmente, tal y como podemos observar en la imagen, como resultado de un proceso de introspección a través de la meditación, se llega a un estado de mayor consciencia, a un estado “Mindful”.
Digamos que das un paso más, porque no es lo mismo estar atento o atenta a algo, que ser consciente de ello y pasas a tener más conexión contigo y con el resto. Dependiendo del lugar en el que te encuentres o de la práctica/ escuela que sigas, lo llamarás de formas distintas (Mindfulness / Consciencia plena / Samadhi / Nirvana).
Esta práctica, con el tiempo, nos permite ser plenamente conscientes de quienes realmente somos, cómo somos, de todo lo que nos rodea y de aquello que de forma consciente o inconscientemente hacemos. Si nos detenemos a reflexionar sobre ello, vemos que solo así, podemos conocernos de verdad, perdonarnos y perdonar a los demás, pasar de la reacción a la acción con sabiduría, templanza, empatía y amabilidad, conectar con nuestros valores, ser nuestro propio refugio, querernos mejor y tener mayor conexión con los demás.
Crearemos en el día a día pequeñas dosis de bienestar y forjaremos de forma consciente, el ser humano que queremos ser; puesto que al nacer, la vida nos es dada, pero no del todo hecha. Podemos decir, por tanto, que el Mindfulness es bueno para ti, para el mundo y para tus alumnas y alumnos, permitiéndonos caminar juntos hacia una labor docente más consciente y feliz para todos y todas.