El día 12 de junio se celebra en todo el mundo el Día contra el Trabajo Infantil. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) puso en marcha esta jornada en 2002, con la voluntad de concienciar a las sociedades sobre la existencia y la magnitud de este problema. Un problema que afecta millones de niños y niñas en todo el mundo y que es necesario erradicar.
¿Tan grave es el problema del trabajo infantil?
La respuesta es sí. Muchísimo. Según el OIT, en el mundo hay 168 millones de niños y niñas que son víctimas del trabajo infantil. Este problema se manifiesta especialmente en países del tercer mundo y zonas de conflicto, donde los niños y las familias se encuentran en una situación de más vulnerabilidad.
Pero, ¿qué entendemos exactamente por ‘trabajo infantil’?
El trabajo infantil es todo aquel que priva a los niños y niñas de su niñez, de su potencial y su dignidad. Este también es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico.
¿Por qué hay que luchar para combatirlo?
El trabajo infantil pone en riesgo y es perjudicial para el bienestar físico, mental y moral de los niños. Además, interfiere en su derecho a la escolarización y a menudo pone a los menores en situaciones de esclavitud, los expone a graves peligros y enfermedades e incluso los separa de sus familias.
¿Qué hacen los niños sometidos al trabajo infantil?
El OIT reconoce que en el mundo hay niños y niñas sometidos al trabajo infantil desde la edad de 5 años. Casi el 60% son obligados a trabajar en la agricultura, pero un 25,4% en servicios (como por ejemplo transportes, restaurantes, hoteles…), un 7,2% en industria (minas, canteras, manufactura, construcción…) o un 6,9% en trabajos domésticos.
Contra el trabajo infantil: ¡los niños solo tienen que trabajar por sus sueños!
La explotación infantil es uno de los males más insoportables y espantosos para el alma humana. Así lo reconoce Albert Thomas, primer Director del OIT. Por todo esto, hace falta que los organismos internacionales continúen trabajando para erradicar esta lacra, y que los gobiernos observen y hagan leyes para proteger nuestro bien más preciado: ¡los niños!