Psico.educa : Familia, profe… ¿Estáis creando puentes?
En ocasiones, nos cuesta entender aquello de que el niñ@ es niñ@ y alumn@ las 24 horas del día. ¿Qué quiero decir con esto? Para una familia su hij@ sigue siendo la misma persona ya sea dentro o fuera de las aulas. Para un docente, su alumn@ sigue siendo su alumno dentro o fuera de casa. El alumn@ que ve el profesorado y el hij@ que ve la familia, es la misma persona y por tanto, lo que pasa en ambos planos es igual de importante.
Es necesario entender que los acontecimientos que ocurren dentro de la escuela son igual de importantes que los que ocurren fuera de ésta: en el parque, en casa, en una fiesta… Y por tanto, nos deben interesar bidireccionalmente. ¿La mejor manera de hacerlo? Creando puentes.
Podréis pensar… ¿Cómo creo un puente bidireccional pensando en el bienestar del alumno/niñ@? Obviamente se trata de un puente imaginario pero que debe ser tan sólido como uno real. Es un puente que debe aguantar dificultades, batallas, contratiempos y desacuerdos. Es el puente de la comunicación.
La comunicación entre la familia y la escuela debe, en primer lugar, existir. Parece algo lógico pero no siempre existe. Por comunicar entiendo ir más allá de unos buenos días o una despedida. Comunicar pasa por compartir interés e interacción basado en el alumnado y en lo que necesita, pero también en el hij@ y en lo que necesita.
Compartir es la clave de esta comunicación. Compartir lo que ha ocurrido más allá de las paredes del aula y lo que ha ocurrido dentro. Compartir incluso qué situación está atravesando la familia y qué actuaciones toma el docente dentro del aula. Es decir, se trata de compartir todo aquel tipo de información que se relacione con el niñ@ y que puede resultar importante o interesante traspasarla para un mayor bienestar de éste o para poder ayudarle en lo que necesite.
En muchas ocasiones, en especial en la primera etapa de Educación Infantil, consideramos obligada la comunicación puesto que los pequeños no saben o no pueden comunicarse como es debido y a ambas partes nos falta información. Ante este hecho tan obvio, consideramos la comunicación como algo obligatorio y que incluso, de no darse, podrían no estar cubriéndose las necesidades del bebé.
¿Por qué asumimos que cuando l@s alumn@s ya tienen facultades para comunicarse conscientemente y expresar lo que les ocurre, la comunicación con la familia debe reducirse? Esta manera de actuar simplemente está provocando que el niñ@ sea responsable de algo, que quizás no se está ejecutando de la manera esperada. Es decir, es posible que el niñ@ comunique una parte de lo que le ocurre, que su manera de percibirlo no sea objetiva, que oculte información (voluntaria o involuntariamente) y por tanto, estamos dejando de cuidar muchos aspectos y necesidades (más allá de las físicas) que puede necesitar ese alumn@ o hij@.
En definitiva, la comunicación fluida y respetuosa (respetando la labor del docente y respetando la postura de la familia) es clave para cualquier edad, incluso aún más relevante cuando es necesario cubrir necesidades que van más allá de lo físico. Profe, familia… No os olvidéis que construir puentes sólidos que tienen como objetivo trasladar lo que ocurre para ir en una dirección y trabajar en equipo, es clave para el bienestar del protagonista: el niño o la niña.