El día 13 de marzo, casi todas las comunidades autónomas gestionaron el cierre de todos los centros educativos del país. El día siguiente, el Gobierno de España anunció el decreto de Estado de Alarma a causa de la crisis sanitaria por la COVID-19. Comenzaba un confinamiento largo y difícil que ha truncado el tercer trimestre del curso 2019/20.
Durante siete semanas, las Consejerías de Educación ha emitido diferentes órdenes. Una de las últimas, poner en marcha el tercer trimestre en la modalidad online. De este modo, la mayoría de alumnos de infantil, primaria y secundaria se encuentran ahora mismo siguiendo el curso, pero desde casa.
Los docentes son la otra parte indispensable de esta ecuación. Después del desconcierto de los primeros días, muchos ya se pusieron en marcha para ofrecer a sus alumnos mensajes de apoyo y contenidos para que, pese a las circunstancias, estos tuvieran la oportunidad de seguir con los aprendizajes.
Pero, ¿qué nos cuentan los docentes? ¿Cómo viven y de qué modo les afecta la situación actual? Y en un futuro, ¿cómo seremos capaces de reiniciar el curso 2020/21?
Un confinamento precipitado
Lo cierto es que el confinamiento nos pilló a todos desprevenidos. “Nosotros supimos algo del cierre de la escuela por los medios de comunicación antes que por el Departamento. Con tanta precipitación, no pudimos prever nada: ni coger materiales, ni pensar más allá. Creímos que el confinamiento pasaría deprisa”, cuenta Marta, docente de la etapa de Infantil y Jefa de estudios de una escuela de Primaria. “Cerramos la escuela con la sensación de mandar al alumnado a casa sin ninguna explicación ni recomendación”.
Pronto se abrió una etapa nueva, con la necesidad compartida, por parte de docentes y familias, de ponerse en contacto: de hacerse llegar mensajes de ánimo y de gestionar, de la mejor manera posible, la transferencia de conocimiento. “La conexión online con el alumnado despertaba en todos nosotros inquietud, pero también oportunidades de aprendizaje”.
Atender, escuchar y cuidar
La escuela es un espacio insustituible para la socialización y el aprendizaje en igualdad de oportunidades. Los docentes pronto se dieron cuenta de que era necesario ponerse a trabajar, desde casa y en unas circunstancias complicadas, para atender a todos los alumnos, pero especialmente a todos aquellos que no tienen un entorno preparado o tienen dificultades para acceder a las nuevas tecnologías y, por tanto, de seguir los aprendizajes propuestos desde la escuela, a distancia.
“El inicio del tercer trimestre se daría en confinamiento, así que tuvimos la necesidad de hacer un diagnóstico de la conectividad y dispositivos de las familias. Vimos que la tarea no sería nada fácil, ya que muchas familias ni tan siquiera respondieron la encuesta y tuvimos que contactar telefónicamente, escuchar historias complejas y constatar que la diversidad de las familias y el alumnado (como intuíamos) era significativa. Uno de nuestros objetivos en estos momentos difíciles tenía que ser cubrir esta brecha”, explica Marta.
En la escuela, y en esto coinciden muchos docentes, se han encontrado con dificultades para usar las nuevas tecnologías, a las que no estaban acostumbrados. “Las realidades familiares de cada docente también son muy diversas y es evidente que, aunque todos quieren estar a la altura, todos estamos adaptándonos a la situación. Si es que hay una adaptación posible, ante una situación tan desconocida como la que estamos atravesando”, concluye Marta.
El caso de Núria no es tan distinto. Ella es docente en un centro de Educación Especial en el que atienden alumnos de las etapas de infantil, primaria y secundaria de una gran ciudad del área metropolitana. En este caso tenían claro que el primer contacto tenía que hacerse por teléfono, con la voluntad de atender de manera individualizada casuísticas muy diversas.
“Primero hicimos un buen estudio inicial de las necesidades y capacidades que teníamos. A partir de ahí, cada docente y especialistas del centro han ido ofreciendo actividades semanalmente, retos o recursos de acompañamiento para las familias, según la demanda de cada una de ellas, acompañadas siempre de una llamada de teléfono semanal y de comunicación diaria vía -mail. Esto los que disponen de ordenadores o tabletas, ¡que no son todos! Por suerte ,todos tienen teléfono”. Núria cuenta que en algunos casos la comunicación se establece a diario. “Además, de manera global, todo el claustro ha ido creando recursos de apoyo emocional para todos los niños y niñas, tanto en formato visual como auditivo”.
Familias: muchas realidades complejas
Hay tantas familias como realidades posibles. Marta tiene muy presente que “como escuela pública tenemos que trabajar para evitar una fractura social que deje atrás a alumnos con una situación socioeconómica desfavorecida”.
Las diferencias y dificultades de muchas familias se hacen todavía más patentes en el centro de Núria. A pesar de todo, cuenta, “la gran mayoría de familias están muy agradecidas, sobre todo por las llamadas. En cuanto a recursos, nos vamos adaptando según demanda. Intentamos que sea material de soporte y ayuda, para no angustiar a las familias. Son momentos complicados, con situaciones muy diversas en cada hogar. El apoyo emocional es muy importante, pero desde una perspectiva del apoyo positivo”.
En el centro de Marta son muy conscientes de la gran implicación de padres y madres. “Los que han podido, han incorporado la tecnología como herramienta básica de aprendizaje. Somos conscientes del esfuerzo que supone para las familias el apoyo en las tareas educativas. La edad de los alumnos condiciona su grado de autonomía. Nuestros alumnos necesitan supervisión y apoyo en muchas actividades de aprendizaje”.
A la inquietud actual sobre cómo finalizará este curso, hay que añadir la de cómo iniciaremos el siguiente. La incertidumbre probablemente sea una de las peores compañeras de esta crisis que nos afecta a todos los niveles y no només en la vertiente educativa.
En el centro de Joan Manel, situado en la provincia de Tarragona, la respuesta de las familias ha sido muy diversa. Y explica, “hemos tenido un poco de todo. Des de familias que han devuelto todas las actividades propuestas, hasta familias que no han enviado nada, muy a pesar de haber contactado con ellas y no manifestar ningún problema aparente”.
Él echa de menos especialmente el vínculo que establece con los alumnos. “Poder dar apoyo al momento a los alumnos”, señala. “El vínculo emocional con ellos. Asegurar que nadie se queda al margen de nada”, algo que ahora, en la distancia y con las dificultades tecnológicas y comunicativas de por medio, resulta sencillamente imposible.
Secundària: puede continuar la vida normal?
Parece evidente, desde hace días, que la vida ‘normal’ entendida como la entendíamos antes ya no regresará. No hasta que la pandemia esté completamente controlada. Un punto que no llegará hasta que no se pueda poner en marcha la denominada ‘vacunación masiva’.
Lo que empezó como una situación caótica no se ha terminado de resolver. Mercè, profesora de lengua catalana y literatura en 1º y 2º de la ESO, lo explica así: “La última semana fue un poco complicada. Por un lado, ya corrían noticias de cómo se extendería la COVID-19, sobre el cierre de centros, que ya se había hecho efectivo en algunos países con pocos casos; se había celebrado un claustro extraordinario a la hora del recreo para explicar qué medidas se pondrían en marcha para evitar el contagio y todo hizo que, entre una cosa y la otra, hubiera nerviosismo, tanto entre los alumnos como entre los profesores. La falta de información tuvo ahí un papel determinante”.
Y añade: “Hay que tener presente que el mismo día del cierre había salido en prensa la noticia de que a partir del lunes 16 se cerrarían los centros educativos. Al final, como ya sabemos, fue el mismo 12 de marzo cuando se anunció que al día siguiente se cerraban todos los centros. La decisión tomada a última hora de la mañana, poco antes de que terminaran las clases, no nos permitió organizar nada. No hubo tiempo para reuniones, para comunicarnos con los alumnos, ni con las familias. Personalmente tuve la sensación de falta de previsión”.
Clases online y exámenes virtuales
A pesar de la situación y la incertidumbre, la actividad educativa se puso en marcha casi en seguida, en el Instituto de Mercè. “Con 2º de Bachillerato seguimos trabajando los contenidos establecidos de manera inmediata. El mismo lunes 16 de marzo me comuniqué con ellos para decirles que era necesario adaptarnos a la situación y que no podíamos esperar a recibir instrucciones. Por tanto, preparé material para trabajar online y lo colgué en Moodle. La primera semana empezamos ya con las clases online. Hemos avanzado materia y hasta hemos hecho un examen. En general, creo que lo estamos consiguiendo. La calidad del trabajo no es la misma, pero estoy bastante satisfecha”.
Però Mercè y sus compañeros tenían claro que el apoyo académico que ofrecían a los alumnos en cuanto a contenido no podía funcionar sin apoyo emocional: “Antes de las vacaciones de Pascua acordamos hacer trabajo de tutoría. Por este motivo, organizamos una clase de tutoría online, los escuchamos y recogimos sus inquietudes para programar un acompañamiento más personalizado y sistematizado. Desde ese momento, todas las semanas empezamos con una sesión de tutoría online, donde revisamos las tareas, damos pautas para la organización, escuchamos inquietudes y dudas e intentamos resolverlas. Ahora también hacemos sesiones de tutoría individual con alumnado familias”.
La problemática de los alumnos con dificultades también se ha tenido que resolver en secundaria: “Estamos haciendo un seguimiento de los alumnos y detectando a todos aquellos que no tienen medios, ya sea ordenador o acceso a internet; el centro, en coordinación con el Departamento de Educación, se está encargando de proporcionarles las herramientas, dicen que esta semana las tendrán. A algunos les hemos hecho llegar las actividades en papel, pero son una minoría. La mayor parte de este alumnado tiene otras carencias a nivel social, familiar, que hacen que la intervención con ellos sea muy compleja y complicada”.
Colaboración y apoyo entre docentes
En el caso de Mercè, que es profesora de Secundaria, el sistema de coordinación se hace por departamentos y a nivel de tutoría, con los tutores. Esto les ha permitido compartir actividades, elaborar nuevos criterios de evaluación y una rúbrica de evaluación. Durante estos días han compartido herramientas, pero también inquietudes. A nivel de equipo docente también se preparan actividades, se comparten aprendizajes y materiales.
Las plataformas que usan para comunicarse son las mismas que los maestros de Primaria: correo electrónico, Drive para los materiales y Meet o ZOOM, para las reuniones online.
Sin embargo y en resumen, todos los docentes comparten la opinión de que este sistema ideado de manera improvisada funciona con dificultad. “La tarea docente va mucho más allá de explicar, pedir tareas y corregir. Hacer toda la tarea de acompañamiento es muy complicado en las condiciones que tenemos. Las situaciones individuales de cada alumno son más diversas que nunca y no podemos garantizar que todos realicen los mismos aprendizajes”, señala Mercè.
Por otro lado, recuerda que no todos los docentes están en la misma situación. Ellos también están confinados con sus familias y algunos tienen hijos pequeños, que requieren atención. “Tenemos, además, la inquietud profesional de no poder alcanzar los objetivos con todo el alumnado, por no hablar de las dificultades derivadas del uso de las nuevas tecnologías. No es una situación fácil para nadie. Tampoco para nosotros”.
Docencia, futuro y retos
El mayor reto para los docentes llegó el pasado mes de marzo, en forma de crisis sanitaria. Poco podíamos imaginar que el curso escolar 2019/20 sería tan y tan complicado. Mercè está llena de dudas (¿y quién no?), pero concluye esta entrevista con una idea clara: “La educación es la base de la sociedad y la acción educativa no se puede atender únicamente desde la escuela. Hay que trabajar en complicidad con las familias y los gobiernos tienen que apostar de manera definitiva y clara por un educación pública de calidad, y esto significa dedicar recursos, a la educación formal, a la no formal, pero también tener unas políticas sociales que permitan la conciliación familiar y laboral”.
Habrá que aprender a valorar, por otro lado, la tarea que hacen las familias desde casa, reconocer las bondades del teletrabajo… “A valorar las cosas del día a día y finalmente, a reflexionar sobre la necesidad de tener unos recursos públicos de calidad al alcance de todos”.
** Gracias a la colaboración de todos los docentes que han dado su punto de vista para la elaboración de este artículo con sus valiosísimas opiniones y experiencias **
En verdad que esta pandemia nos cogió a todos desprevenidos y más aun al sistema educativo, ya que como docentes no tuvimos tiempo de dar charlas de como prevenir el contagio del mismo, a pesar que en nuestra comunidad en Ecuador un 48 por ciento de estudiantes no cuenta con tecnología, hemos tratado de llegar a ellos por medio de familiares enviando mensajes telefónicos, y de esa manera nos estamos adaptando a dar las clases virtuales o por medio de mensajes y whatsApp. No cierto que todos nos adaptamos a la nueva forma de Educación virtual.
¡Muchas gracias por tu comentario, Adriana! Valoramos muchísimo la aportación y conocer otras realidades.
Pues todo se manejó sin una información real o a fondo, porque seguramente nadie sabía a ciencia cierta dimensión de lo que estaba sucediendo. Todos tuvimos que aprender sobre la marcha el manejo de nuevas herramientas a las que no nos habíamos querido enfrentar.
Sí, el desconocimiento de la situación era general y todos tuvimos que adaptarnos como pudimos. ¡Gracias por tu feedback, Lidia!