Atender la diversidad en el aula es un derecho de los alumnos y las familias reconocido en la legislación vigente. Los equipos docentes tienen que aplicar sus conocimientos sobre la diversidad, para integrar al máximo a aquellos alumnos que por un motivo u otro cuentan con necesidades especiales de aprendizaje. Y aunque los docentes disponen de formación e información suficientemente exhaustiva sobre la atención a la diversidad, aplicarla en casos prácticos no siempre es fácil. Podríamos decir que no lo es nunca y que aquello que hemos leído o aprendido en la teoría, difícilmente encaja perfectamente en la vida real.
El día a día en el aula
Los grupos de alumnos con los que convivimos cada día suelen ser numerosos. Este es una de los primeros obstáculos a los que nos enfrentamos cuando atendemos a aquellos alumnos que presentan alguna dificultad añadida, porque tienen alguna discapacidad, algún tipo de patología, altas capacidades o porque simplemente son recién llegados y no tienen ninguna noción del idioma. Que sea más fácil atender la diversidad dependerá de las políticas que haya decidido aplicar cada equipo en cada centro, pero también del tiempo. La convivencia diaria en el aula permitirá al docente observar al alumno o alumnos que presentan dificultades con más atención, conocer su carácter, sus necesidades; convivir y ayudarlos.
El apoyo del entorno familiar
Es fundamental. El marco familiar tiene una importancia vital en el desarrollo de los niños, así que ya podéis imaginar cuál es la relevancia de este apoyo en el caso de los alumnos que tienen necesidades educativas especiales.
Uno de los obstáculos con los que se puede encontrar el docente son las diferentes actitudes y sentimientos que las familias experimentan hacia su hijo o hija. Algunos pueden negar la evidencia que el niño tiene dificultades, otros pueden sobreprotegerlo, sentirse preocupados o mostrarse beligerantes frente al papel de su hijo, de los docentes y del resto de niños que lo acompañan en el aula. A veces, la incertidumbre y el desconocimiento pueden derivar hacia actitudes poco productivas que como docentes podemos reconducir.
No será fácil. Pero como profesionales tenemos la capacidad de guiar a las familias, explicarles la naturaleza de la problemática y mostrarnos comprensivos. Una relación serena favorecerá la confianza de la familia en beneficio del niño.
Una atención completa
Una vez detectado el caso, los docentes tenemos la obligación de favorecer la integración del alumno en el aula, procurar que haya una atención individualizada y coordinarnos con todos los profesionales que nos puedan ayudar. A partir del segundo ciclo de educación infantil podrá intervenir el maestro especialista de educación especial. Será este quien se encargará de complementar este apoyo con el logopeda, el fisioterapeuta, el pediatra y los profesionales de los centros de atención psicopedagógica. Todos estos agentes pueden colaborar con el tutor para elaborar o recomendar aquellos materiales adaptados o específicos que el alumno necesita.
Si no se atienden las necesidades específicas del niño, del entorno familiar y del comunitario, corremos el riesgo de ofrecer una atención parcial e insuficiente.
Estos son algunos de los escollos reales que tendremos que superar al poner en marcha un programa de atención a la diversidad. ¿Te has encontrado con otros problemas o dificultades?